miércoles, 11 de enero de 2012

Reúnen en un solo volumen la poesía de Raúl González Tuñón

La editorial Seix Barral presentó Poesía reunida, una exhaustiva compilación de poemas del autor de La rosa blindada y El violín del diablo realizada por su hijo Adolfo y su sobrino nieto Eduardo Álvarez Tuñón, también escritor.





Juan Gelman lo consideró el iniciador de “un camino que grandes poetas latinoamericanos y españoles –Vallejo, Hernández, Neruda, Alberti– recorrerían después”. Juan Sasturain aseguró que su poesía tiene algo de invencible y de verdadero. Y Jorge Boccanera observó que supo enlazar en su obra a los opuestos: fue porteño y cosmopolita, partidario de la vanguardia formal y a la vez militante político; en tanto que en su expresión poética combinó la imagen fulgurante con una oralidad extendida. Todas estas consideraciones se refieren a Raúl González Tuñón, uno de los escritores más representativos de la generación que renovó la poesía argentina a partir de 1920. Su poesía reunida acaba de ser publicada por Seix Barral.
El libro lleva prólogo del crítico Jorge Monteleone, con una selección de textos a cargo del hijo del poeta, Adolfo, y de su sobrino nieto, Eduardo Álvarez Tuñón, también escritor, autor entre otros libros de La secreta mirada de las estaciones (poesía) y El desencuentro (novela). En un breve texto introductorio titulado “La música del mundo”, los familiares del poeta señalan esta compilación como “la más exhaustiva que se ha hecho”, al incluir libros completos como La rosa blindada, Poemas para el atril de una pianola y El rumbo de las islas perdidas.La vigencia de la obra de González Tuñón entre los jóvenes  tiene que ver, según lo señala su sobrino nieto, con “la vitalidad de su poesía, su fuerza y esa forma rebelde y profunda de tratar todos los temas”. Respecto al criterio de selección, dice, se basó en la difusión de los libros citados, además de primar la idea de ofrecer al lector “un panorama completo de uno de los poetas esenciales de la Argentina, que, por razones vinculadas a su ideología política, fue censurado y no accedió a ediciones dignas, salvo aquellas que hicieron, por admiración y con sacrificio, los jóvenes de la generación del ’60”.
González Tuñón vivió en Buenos Aires, ciudad a la que le cantó de manera constante, entre 1905 y 1974. Muchos de sus escritos fueron publicados por primera vez en las revistas Inicial, Martín Fierro y Proa; colaboró además como periodista en los diarios Crítica y La Protesta. Si bien los antagonismos entre los grupos de Florida y Boedo han servido para construir un mito más que para definir diferencias profundas, lo cierto es que sus estéticas apuntaban a distintos conceptos de lo artístico. González Tuñón no tuvo inconvenientes en experimentar con las renovaciones formales propuestas por el primero aunque sin abandonar su militancia social, un valor que para Boedo era estético por ser político.
Entre sus libros se cuentan El violín del diablo (1926), Miércoles de ceniza (1928), La Calle del agujero en la media (1930), Todos bailan (1934), La rosa blindada (1936), Las puertas del fuego (1937), La muerte en Madrid (1939), Canciones del Tercer Frente (1941), Caprichos de Juancito Caminador (1943), Primer canto argentino (1945), Demanda contra el olvido (1963) y El rumbo de las islas perdidas (1969).  Su poética aparece resumida en estos versos suyos: “Traigo la palabra y el sueño, la realidad y el juego de lo inconsciente/ lo cual quiere decir que yo trabajo con toda la realidad.”


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